Curioso Video como un papa calma a su bebe con el Mantra "Om". Puedes intentarlo, quizas como en el video te de resultado.
A nivel científico, existen muchos estudios que demuestran que la vibración del 'Om' ejerce
un gran poder sobre la glándula pinial (produce
melatonina, que ayuda al cuerpo a relajarse)
y la glándula pituitaria (relacionada con el sistema endocrino). Afecta a nivel
físico, psíquico y emocional. Su vibración, al ser entonado de forma
prolongada, es de 432 Hz, que supuestamente es la vibración que se encuentra en
la mayoría de sonidos de la naturaleza. Esta vibración consigue relentizar el
sistema nervioso.
O bien......
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PROFESIONAL APLICADO POR: ALMUDENA CHECA APARICIO:
OSTEOPATA
FORMADA EN LA ESCUELA DE OSTEOPATIA "GAIA" (1997-1999)
Curso de Osteopatía Tradicional en
AFIR-DIREMA impartido por el profesor francés
JACQUES GUIDONI DO, Madrid. 2002-2003.
JACQUES GUIDONI DO, Madrid. 2002-2003.
PROFESORA DE YOGATERAPIA, FORMADA EN EL
CENTRO DE YOGATERAPIA ASANGA DIRIGIDO POR EL DR. MIGUEL FRAILE.
Curso de Anatomía y Preparación al Nacimiento (2008)
en Centro L´Eix de Pedagogía Corporal, impartido por Blandine Calais-Germain y
Nuria Vives Parés en Palafrugell, (Girona.)
ESPECIALISTA
METODO RUBIO AVALADA POR EL OSTEOPATA DOMINGO RUBIO, CREADOR DE DICHO METODO
PARA COLICOS LACTANTES)
DIPLOMADA
EN FORMACIÓN ESPECIALIZADA DE OSTEOPATÍA INFANTIL EN IFENTI (INSTITUTO DE
FORMACIÓN Y DESARROLLO CLÍNICO EN TERAPIAS INFANTILES.)
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ALMUDENA
CHECA, DIPLOMADA EN OSTEOPATIA INFANTIL Y COLICOS LACTANTES, COLABORA A DOMICILILIO CON LA CLINICA VASS
Las razones que hacen que los bebés
lloren durante un tiempo prolongado (digamos más de media hora seguida) pueden
ser diversas, siendo la más común los
llamados cólicos. Sea cual sea
la razón, los padres tratan de calmar al
bebé de todas las maneras posibles:
cambiándole el pañal, la ropa, meciéndole, dándole de comer, paseándole,
cantándole, poniéndole música, cambiándole de ambiente, cambiándole de postura,
etc.
El caso es que hagas lo que hagas no
consigues calmar al bebé y a medida que pasa el tiempo la paciencia empieza a agotarse hasta llegar a un estado peligroso en el
que la madre o el padre están a punto de perder la razón y explotar.
En ese momento el riesgo para el
bebé es alto, pues hay padres con un control elevado de sus actos en los momentos
de furia o ira y otros menos capaces de frenarse. Dicho control va muy
relacionado con el estado físico y mental y, si tenemos en cuenta que los
padres recientes tienden a dormir poco y a dedicar mucho tiempo a su hijo, con
pocas posibilidades de evadir la mente con otros estímulos, lo más habitual es
que incluso personas con una paciencia envidiable lleguen a colapsarse.
Recuerdo algunas tardes de la época
de bebé de mi primer hijo, con el llanto como única banda sonora y haciendo lo
imposible para tratar de calmar su sufrimiento. Mi paciencia entonces era
posiblemente menor, mi conocimiento acerca de los bebés también (y no
comprendía por qué lloraba tanto) y recuerdo el sonido de su llanto entrando
por mis oídos continuamente mientras mamá se duchaba o porque me lo cedía
porque ella había llegado al límite y recuerdo la sensación de mi cuerpo
segregando adrenalina para entrar en la fase de huida/lucha. En esos momentos
empezaba a sentir ganas de explotar, algo que nunca llegaba a suceder porque mi
parte racional llegaba (por suerte) a controlar mis actos.
Sin embargo no todo el mundo tiene
un cerebro racional lo suficientemente controlador y hay quien, como vimos
ayer, acaba dañando al bebé agitándolo y zarandeándolo.
Qué hacer
para evitar llegar a esos extremos
Si un niño llora tanto como para
acabar con tu paciencia y sientes que estás a punto de perder el control de la
situación, huye de ella. Dale el niño a
otra persona y vete a un lugar donde puedas recobrar el sentido y la calma,
haciendo aquello que te ayude a ello (gritar, correr, saltar… lo que sea).
Si en cambio te encuentras sola (o
solo) con el niño y no hay posibilidad de dárselo a nadie para que lo coja en
brazos, huye igualmente. Deja el niño
en un lugar seguro (la cuna, por ejemplo) y aléjate unos metros. No lo pierdas de vista por si acaso, pero
mantenlo alejado mientras recuperas el control.
Sé que suena extraño recomendar que
un padre o una madre deje a un niño llorar solo, pero cuando se trata de su
vida, vale más que llore unos minutos que tener que lamentar una lesión
cerebral o algo peor porque uno de los padres ha perdido el control de la
situación y se empieza a sentir desbordado.
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